2024-05-24

Mensaje de Juan Manuel Cotelo ¿Qué es la esperanza?

En la Iglesia “San Roque González de Santa Cruz”, en la 3º jornada - Día dedicado a las pastorales- del 24 de mayo, el Mons. Francisco Javier Pistilli Scorzara, Obispo de la Diócesis de la Santísima Encarnación y Gran Canciller de la Universidad Católica, antes de abordar el tema “Evangelizar en el tiempo actual”, presentó al cineasta católico Juan Manuel Cotelo Oñete (58), quien envió un mensaje sobre ¿Qué es la esperanza? para los participantes de esta Primera Bienal Católica 2024.
Cotelo, se define como un contador de historias, un cineasta católico, autor, productor, guionista, presentador, con trabajos en televisión, publicidad, algo de teatro, trabajo que lo realiza desde los 21 años de edad. En sus producciones de Infinito + 1, este madrileño de nacimiento y residiendo en Valencia, apuesta siempre en la esperanza, la alegría, el amor y la fe. Varias de sus películas fueron proyectados durante la Bienal Católica en la Casa Santa María -ex Seminario Santa María-.
Al iniciar su mensaje expresó “Gracias por vuestra confianza y por vuestra iniciativa, gracias a los organizadores de esta bienal, la Diócesis de la Santísima Encarnación y la Universidad Católica. Siento no estar allí en directo, porque Paraguay es muy querido para mí, he tenido la suerte de conocerlo y de aprender mucho de Paraguay. Así cuando digo Paraguay, me viene en la cabeza las personas buenas que me han querido tanto, que me han cuidado y mimado, tanto es, que cuando fui a Paraguay me he sentido como en mi casa.”
“Como esto es una grabación y no puedo interactuar, me voy a imaginar una sola pregunta, a la que voy a intentar responder y me imagino la pregunta difícil…me imagino a alguien joven, un universitario joven que me pregunta ¿Cómo podemos tener esperanza hoy, si cada día cuando abrimos los medios de comunicación nos encontramos con estas noticias, una guerra en tal país, otra guerra en otro país, corrupción política aquí, allá y por todas partes, una pandemia, problemas económicos para los jóvenes, para buscar trabajo, para comprar una casa, problemas de salud, desastres naturales, cambio climático, terremotos, incendios, inundaciones. Cómo podemos tener esperanzas, si nos hablan de divorcios, abortos, en un mundo en el que supuestamente el lugar más protegido es el vientre materno, se ha convertido en uno de los lugares más peligrosos en los que estar. Cómo vamos a tener esperanzas, si ahora que estoy anciano y enfermo, haya una ley que permite que acabe con mi vida. Cómo tener esperanzas con todo este panorama tan oscuro que nos presenta los medios de comunicación. Cómo te atreves a hablarnos de esperanza?.”
“Lo malo, lo negativo, lo pesimista, puede llenar el corazón de miedo, de tristeza, de enfado”
La pregunta es buena y difícil.  Debo decir varias cosas, la primera, no todo lo que sucede aparece reflejado en los medios de comunicación, como periodista lo puedo afirmar y como director de cine, guionista, también lo puedo afirmar. Lo que refleja los medios de comunicación, tanto en sus formatos informativos, como en sus formatos de entretenimientos o de ficción, no corresponde a toda la realidad, sino sólo a una parte pequeña, en la que cuando uno hace algo mal, una noticia negativa, cobra muchísimo más protagonismo que cuando alguien hace algo bien o hace algo positivo.
Lo malo, lo negativo, lo pesimista, lo horroroso, invaden nuestras mentes a través de los medios de comunicación y nos puede llenar el corazón de miedo, de tristeza, de enfado y de angustia. Ese es mi diagnóstico.
 “El filtro para nuestra esperanza, es declararnos en república independiente de los medios de comunicación”   
Por tanto, primer consejo, no hagamos depender nuestra esperanza de lo que encontramos en los medios de comunicación, incluyo internet, las redes sociales, porque lo morboso, lo negativo siempre va a tener más presencia ante lo positivo, lo bello, lo bueno. Primer filtro para nuestra esperanza es declararnos en república independiente de los medios de comunicación, para mantener una cierta salud anímica, mental y del corazón. Esto hoy día, es triste tener que decirlo. Mantener sí una relación de cortesía, no de dependencia de los medios de comunicación. Eso es por una parte.
“La ingenuidad tiene consecuencias terribles”
En el otro extremo está, la ingenuidad, que todo vale, que la vida es una maravilla, sin dificultades, sin problemas. Esa ingenuidad, también tiene unas consecuencias terribles, porque la realidad es, que todos nosotros vivimos en un territorio donde es imprescindible, el sacrificio, el esfuerzo, la lucha y más en concreto, quien pretenda ser cristiano, es decir, quien pretenda vivir la vida de Jesús, quien pretenda ser discípulo auténtico de Jesucristo, no puede engañarse que la vida va a ser, un paseo por el campo, una excursión a la playa, un permanente arcoíris y donde no habrá oscuridad, porque no es cierto.
El propio Jesucristo que ha venido a la tierra y ha vivido una vida plenamente humana, ha tenido que sufrir, no un poco, sino mucho desde que ha nacido, sus padres ya sufrieron por su nacimiento, sus padres fueron emigrantes, fueron perseguidos a muerte, pasaron por la pobreza, el desconcierto, la injusticia, tuvieron que sufrir la tristeza de ver a su Hijo morir y desaparecer frente a sus ojos. Sin embargo, podemos sospechar, que nunca perdieron la esperanza, por qué, porque su esperanza no estaba basada en lo mundano.
“Para que nuestra esperanza sea suficientemente sólida, es la fe en el amor de Dios”
Cuando nuestra esperanza depende de lo que vamos a recibir de este mundo, las posibilidades de fluctuar entre el entusiasmo total y la depresión más profunda, son enormes. En nuestras vidas pasamos por momentos maravillosos, donde tocamos la gloria y momentos penosos donde rozamos el infierno. Entonces en qué se puede basar nuestra esperanza, para que ese estado de ánimo no fluctúe tanto, pues solamente hay un soporte, un refugio para que nuestra esperanza sea suficientemente sólida, es la fe en el amor de Dios. Si buscamos nuestra esperanza fuera de allí, nos vamos a llevar un chasco permanente. La fe en el amor de Dios, creer, confiar en que Dios nos ama, nos vigila, nos sostiene, nos ayuda, nos impulsa, nos fortalece, nos espera, nos perdona, es decir, esa fe, esa esperanza y amor, eso sí que puede ser un pilar suficientemente sólido, para nuestra vida, en cualquier circunstancia y puede sostener nuestra vida cuando todo el mundo se caiga y hasta el momento de nuestra muerte. Esto es el consejo que me doy a mí mismo, y me recuerdo a mí mismo, cuando surgen las amenazas que me hagan perder la paz, la salud, y que daría a cualquier persona con verdadero amor y que lo digo a mis propias hijas…hijas mías no os engañéis y que no os engañen.
“Lo único, sólido en esta vida, es la fe”.
Lo único que puedes proteger con todas tus fuerzas, es tu alma y no vendas tu alma por nada, no vendas tu alma por una mala noticia, ni por una magnífica noticia, ¡cuidado! No pierdas tu alma, protégela, cómo, refugiándola en la cercanía constante, con Dios mismo.
Hemos comprobado tantas veces como una persona, machacada por la vida, por el mundo, tiene una paz, una alegría, una fortaleza, que no es de este mundo, que resulta llamativa y envidiable. Lo único, sólido en esta vida, es la fe.
En mi vida, traté de ‘pillarles’ a los conversos, esa actitud que tienen, y les digo ‘no sé lo que tienes, pero yo quiero eso, eso que detecto en ti y que yo no tengo’. Con el tiempo supe que “eso” es la presencia de Dios en un alma, eso es lo que se llama santidad, es la presencia de Dios en un alma y que desde el alma sale hacia afuera. “Eso” que lo podemos detectar en tantas personas, se puede llamar santidad. Se percibe, ¿qué tiene esa persona?, que en el dolor tiene paz, que en las malas noticias no pierde las fortalezas. ¿Qué tiene esa persona? que es capaz de consolar a otros, que puede enfrentarse a una persecución, bueno, tiene a Dios, y como dice las Escrituras, ‘Si Dios está con nosotros, quien contra nosotros’. Lo dice también San Pablo, ‘ni la vida ni la muerte, ni los principados, ni las potestades, ningún poder mundano o espiritual podrán a apartarnos del amor de Dios’.
“La esperanza tiene que estar vinculada a una voluntad firme de unirnos a Dios”
Por tanto, nuestra esperanza, tiene que estar vinculada, a una decisión, a una voluntad firme, de unirnos de corazón plenamente con Dios mismo, con el corazón de Dios, manifestado en Jesucristo, en las Escrituras, manifestado en la vida de tantos santos. Tenemos que aferrarnos a eso sin ser ingenuos, con nuestras propias fuerzas. No basta la formación doctrinal, profesional, las buenas intenciones, los buenos deseos, para tener esa paz. Sentirnos, hambrientos y sedientos de la fuerza de Dios. Cuando más débiles nos sentimos acudimos a la fuerza de Dios, sostenme Señor, sé tú mi fortaleza, se tú mi roca, mi refugio, porque te suplico, porque no me basta mis intenciones, mi pasado, mis fuerzas, sólo me bastas Tú.  Este es un descubrimiento permanente, que lejos de ser desanimante, es muy estimulante. Que bien que te tengo, mi fragilidad, mi debilidad, mi pequeñez, mis pecados, mis dudas, ya me importan poco, sólo me importas Tú.
Este es el motivo fundamental de la esperanza y tenemos que pedir para nosotros mismos y para los demás, ese don de sabernos hijos amadísimos, mimadísimos de Dios. ‘Vengan a mí que todos los fatigados y agobiados por la carga que yo os aliviaré’ y esto se aplica para cualquier dificultad en la vida.

“Nuestra meta no es la paz en la tierra, no es nuestra tranquilidad, la ausencia de problemas, sino, cumplir la voluntad de Dios, la obediencia al Padre”

Los Discípulos, muchos de ellos, estuvieron temerosos, temblorosos, cuando acababan de crucificar a Jesús. Cómo iban a anunciar el Evangelio, pero perseveraron en la oración y recibieron el don del Espíritu Santo, eso no les ahorró sufrimientos, muchos de ellos murieron crucificados, encarcelados, sufrieron persecuciones. El Espíritu Santo, no les garantizó una vida cómoda, pero sí le garantizó la perseverancia, la esperanza en la fe, por sobre todo, lo que le sucedieran en sus vidas. Esto tenemos que recordarnos los cristianos permanentemente, nuestra meta no es la paz en la tierra, no es nuestra tranquilidad, la ausencia de problemas, sino, cumplir la voluntad de Dios, la obediencia al Padre, y si sufrimos en la obediencia al Padre, sufriremos con esperanza. Por tanto, ánimo, podemos ser felices con cualquier cruz. Esta es mi respuesta tan larga, a una pregunta tan corta. Nunca nos sentiremos solos si tenemos a nuestro Padre cerca. Rodeémonos de personas con fe, que nos ayuden a la conversión, que nos cuiden nuestra alma y nuestro camino al cielo.
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