2024-05-24

Santa Misa con las Reliquias de San Roque González de Santa Cruz

El viernes 24 de mayo, en la Parroquia San Roque González se ofició la Santa Misa con la presencia de la reliquia del Primer Santo paraguayo, San Roque González de Santa Cruz, homilía que fue presidida por Mons. Francisco Javier Pistilli Scorzara, Obispo de la Diócesis de la Santísima Encarnación, y concelebrada por Mons. Ignacio Gogorza Izaguirre, Obispo Emérito de la Diócesis de Encarnación, y sacerdotes del clero.
La emotiva ceremonia, con una multitudinaria presencia de fieles que aclamaban la presencia del Corazón de San Roque, se inició con la entrada de las reliquias portadas por el Obispo y escoltados por militares de la Armada Paraguaya y Prefectura de Itapúa y los concelebrantes. Se dio la bendición de los presentes con la Santa Reliquia.
Como previa al recibimiento de las reliquias y en homenaje al primer Santa paraguayo, el elenco de la Capilla Perpetuo Socorro de Pacu Cuá ofreció un momento de teatro sobre la vida de San Roque González de Santa Cruz.


Homilía- 24 de mayo de 2024-  Memoria de María Auxiliadora
+ Francisco Javier Pistilli Scorzara
Queridos hermanos:
El Evangelio  (San Marcos 10,1-12) que acabamos de escuchar tiene una frase de Jesús, que indica la dureza del corazón de algunos: ‘porque tienen un corazón duro’.
El corazón duro es expresión del corazón cerrado al amor, es expresión del corazón egoísta, el corazón que no quiere escuchar, que no quiere entender y no quiere ponerse en relación y en diálogo con otros.
El corazón duro es una expresión que hoy nos dice mucho a todos nosotros.  Cuando alguien tiene el corazón duro es sinónimo que no es capaz de amar, no es capaz de cuidar de los demás, no es capaz de sacrificarse por los otros. No queremos tener un corazón duro.  Queremos tener un corazón misericordioso como el Señor, como el corazón bondadoso de Dios.
El Señor es bondadoso y compasivo, porque su corazón está lleno de ternura para con sus hijos. Ese es el mensaje de Cristo para todos nosotros.
Ese amor de Dios es tan grande, que se ofrece a nosotros y nos ama a todos sin hacer diferencias. Ese es el amor de Dios que hemos conocido en Cristo, el que mueve a la Iglesia. El motor de la Iglesia es este amor de Dios, manifestado en Cristo.
Movidos por ese amor, los cristianos estamos dispuestos a seguir los pasos de Jesús, a llevar el Evangelio, a cargar la Cruz, a servir a los demás en la caridad.
Sostenidos por el amor de Dios y de Cristo, estamos dispuestos a ofrecer la propia vida. No hay razón más grande, que el haber conocido el amor y experimentado el amor, ese amor tan grande que Dios nos tiene. Esta es la única y verdadera razón para que dar la vida, como lo recordamos en San Roque González de Santa Cruz.  ¿Qué le pudo mover a este hermano nuestro a elegir la misión antes que la comodidad, qué le pudo mover a este varón de nuestra tierra, a arriesgarse, a ir a lugares inhóspitos al encuentro de realidades que no conocía? Tiene que haber un amor muy grande para sostener esa vida misionera y esa capacidad de acercarse y ofrecer la bendición de Dios, abrazar a otros como hermanos.
Un corazón duro no abraza, solamente un corazón fraterno es capaz de abrazar a los demás.
Quiso Dios que de la vida de Roque recordáramos muchas cosas, sobre todo de este amor y este servicio a los indígenas, hacia ese pueblo hermano. Y quiso Dios también que quedara en memoria de su martirio, el corazón, para recordarnos a todos los cristianos, que si de verdad seguimos a Cristo, entregando el corazón a Dios y a los demás, ese corazón permanece para siempre.
Creo que es un testimonio y un signo admirable de Dios, que haya escogido especialmente el corazón, como la reliquia que acompaña y da testimonio, de la presencia de la misión de Roque González en nuestras tierras y en nuestra Iglesia hasta hoy.
Todos tenemos un corazón, que no es solamente un músculo, sino representa que estamos vivos y representa que esa vida es para compartirla en el amor con los demás. Mientras estemos aquí, ese corazón tiene que amar. Tu corazón no será reliquia, si no sabe amar, nuestro corazón no será reliquia si no es capaz de entregarse al amor a los demás. Por eso, hoy que va a estar aquí con nosotros Roque González a través de este testimonio de su vida, y que va a quedarse unos días en la Parroquia San Roque González, les invito no solamente a acercarse con veneración. Vengan pedir a Dios que también nos regale un corazón parecido al suyo, un corazón parecido al de Roque, un corazón parecido al de Cristo, y también al de la Madre Santísima que hoy lo celebramos y recordamos como María Auxiliadora.
En ese espíritu pidamos que la presencia de nuestro Santo ablande algunos corazones duros y dé fortaleza a algunos corazones débiles y sobre todo dé fuerza, vigor y coraje a esos corazones tibios, para que entiendan el mensaje de Jesús y vivan con entrega en la caridad que Cristo nos pide con todos nuestros hermanos.
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